¿Sabías que mientras tú te crees que estás comiendo «alimentos» del supermercado, en realidad te están metiendo SERRÍN en más del 90% de esa mierda procesada que compras?
Sí, SERRÍN. Como si fueras una TERMITA en vez de un ser humano. Y no, no estoy exagerando ni un carajo: esto es real, está documentado y te lo voy a meter por los ojos hasta que te duela, porque alguien tiene que decirlo sin paños calientes.
Soy especialista en nutrigenómica y nutrición antropológica humana, y estoy hasta las narices de ver cómo la industria alimentaria y los gobiernos comprados nos tratan como ratas de laboratorio mientras se forran a nuestra costa.
Las pruebas lo dejan clarísimo: esa «celulosa», «polvo de celulosa», «celulosa microcristalina» o «fibras vegetales» que lees en las etiquetas no es más que SERRÍN refinado. ¿Te suena healthy, verdad? ¡Pues es una estafa monumental! Lo meten en TODO: pan, galletas, embutidos, salsas, yogures, helados, hasta en esa bazofia de «leche» vegetal que compras pensando que eres un ecoguay. ¿Por qué? Porque es más barato que el alimento que se supone que estás pagando, porque llena espacio, porque espesa y aporta cremosidad, porque engaña a tu paladar haciéndote creer que estás degustando algo cremoso, cuando en realidad estás comiendo residuos de carpintería.
Y lo mejor: no tienen ni que decirte la verdad en la etiqueta porque las leyes están escritas por los mismos desgraciados que venden esta porquería.
EL TIMO DEL SIGLO: SERRÍN CAMUFLADO COMO «FIBRA SALUDABLE»
Vamos a los hechos, que aquí no hay tiempo para cuentos de hadas.
La celulosa es un polisacárido que las plantas usan para sus estructuras, y nosotros, los humanos, NO PODEMOS DIGERIRLA! Punto.
Nuestros antepasados no evolucionaron comiendo troncos de árbol, sino cazando, pescando y recolectando comida de verdad. Pero la industria, en su infinita avaricia, coge serrín de madera (sí, de árboles talados), lo procesa un poco para que no te raspe la garganta y lo cuela como «fibra dietética». ¿Resultado? Te lo tragas sin rechistar porque el paquete dice «alto en fibra» y tú, como buen borrego, te crees que es bueno para tu colon. ¡JA! Lo único que hace es inflarte como globo, joderte la microbiota y pasar de largo por tu sistema digestivo, porque no aporta NI UNA MIERDA de nutrientes.
Y ojo, que no es solo un «relleno inocente». Estudios serios (que no te van a contar en la tele, claro) muestran que este serrín industrial puede irritar el intestino, provocar inflamación crónica y hasta interferir con la absorción de nutrientes reales, y sin olvidar que todo lo que te cuelan como serrín se lo han ahorrado de poner el alimento que en teoría estás pagando, y por lo tanto estás tomando muchos menos nutrientes, ya que el SERRÍN TIENE 0.
Pero a las multinacionales les importa tres narices tu salud: ellas ganan pasta gansa mientras tú te llenas de aire, toxinas y residuos que les ha regalado el carpintero porque son un desecho.
En Estados Unidos hasta el 90% de los productos procesados llevan esta basura. ¿Y aquí? Igual o peor, porque en España somos campeones en tragar basura envasada con una sonrisa.
LOS GOBIERNOS: CÓMPLICES DE ESTE GENOCIDIO SILENCIOSO
¿Y dónde están los gobiernos para parar esta aberración? ¡Vendidos, claro! Las regulaciones alimentarias son un chiste escrito por lobistas de la industria.
En Europa, la celulosa se clasifica como «aditivo seguro» (E460, E461, E466, busca esos códigos en tus etiquetas y flipa), y no hay límite real a cuánto te pueden meter. En Estados Unidos, la FDA lo permite hasta en un 4% del peso total del producto, pero como las empresas son unas tramposas asquerosas, muchas se pasan ese límite y nadie las pilla porque los controles son una pantomima.
¿Y la OMS? Calladita, mirando para otro lado mientras recibe «donaciones» de las mismas corporaciones que nos envenenan.
Esto no es un error, es un plan. Les sale más barato fabricar comida con serrín que con ingredientes de verdad, y como el populacho está dormido, pues hale, a llenarnos el carro de serrín disfrazado de «pan integral» o «galletas saludables».
¿Etiquetado transparente? Una utopía.
Te camuflan el serrín con nombres científicos para que no sospeches, y si preguntas, te dicen que «es natural, viene de plantas». ¡Claro, y el plástico también viene del petróleo, que es «natural»! Menudos 🤬🤬🤬🤬
¿QUÉ LECHE HACEMOS CON ESTO?
Estoy cabreado, sí, y tú también deberías estarlo. No soy de los que te van a decir «tranqui, todo se soluciona con amor y luz». No. Aquí hay que dar guantazos de realidad y despertar de una maldita vez.
Si quieres salvarte de este desastre, olvídate de los pasillos del supermercado y ve a lo básico, a lo que nuestros ancestros sabían: carne, pescado, huevos, grasa animal, frutas y verduras ecológicas y de temporada de verdad. Nada de etiquetas, nada de procesados. ¿Dices que es más caro así? Sí, pero más caro es acabar con cáncer de colon o diabetes por comer serrín toda tu vida. ¿O no?
Y si te da igual, y respondes como algunos borregos me responden en comentarios en mis redes sociales con frases tipo «si me pongo a mirar las etiquetas entonces no podría comer nada» o «eso es mentira nunca nos meterían serrín en la comida» o «pues se lo llevó toda mi vida comiendo de todo eso y aquí estoy» pues, si este es tu caso, siendo un zombi alimentado con serrín mientras las farmacéuticas y las funerarias se frotan las manos. Pero no digas que no te lo advertí.
Yo te digo alto y claro: tu ADN no está diseñado para esta mierda. Tu cuerpo grita por comida real, no por residuos de carpintería. Así que abre los ojos, coge el carro de la compra y empieza a tirar toda esa basura donde pertenece: al contenedor. O mejor, si pudiéramos tendríamos que devolvérsela a esos desgraciados de la industria en la cara… pero cuando digo devolvérsela a la cara, no me refiero hacerles una devolución… me refiero devolvérsela con vómito, qué es lo que se merecen🤬🤬👺👺
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Tu amigo,
Alex Giménez
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DE LA MANO DEL EXPERTO MÁS RECONOCIDO
Este artículo fue escrito por Alex Giménez, especialista en nutrigenómica y nutrición antropológica.
Alex es creador de sistemas revolucionarios para la optimización biológica humana y ha sido premiado cuatro veces con el galardón Estrella de Oro Europea a la Excelencia Profesional.
Con sus clínicas físicas y virtuales, sus programas internacionales como «T90 TRANSFÓRMATE EN 90 DÍAS» y «NATURAL BIOHACKING», además de sus reconocidos talleres, conferencias y secciones en televisión como especialista invitado, ha logrado transformar miles de vidas en todo el mundo.
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